Destino, por Santiago Valverde

/ noviembre 11, 2012/ Fotografía, Literatura

Quien sabe cuanto “sufrimiento” tuvo que soportar esta vieja puerta antes de que se decidiera demoler el enorme muro de más de 20 metros en el que estaba empotrada. Y aun así la ajada y maltrecha puerta continuo de pie en su sitio, como esperando a una persona especial a la cual estaba destinada a dar paso. Me pregunto qué clase de mundo imaginaba Daniel que le esperaba tras la puerta.

 

Daniel se00 P3 X2 niba

Daniel se00 P3 X2 niba

 

Pronto los muchachos se percatan de que en su camino al lugar de reunión solo han visto a otros chicos del grupo, ningún adulto. Esto intranquiliza a los más jóvenes pero Daniel se pone en marcha sin siquiera avisar, unos segundos después los demás le siguen, casi como por instinto. Se forma así un grupo apretado que se encamina al cementerio. Al llegar a la tumba de William encuentran a un grupo de adolescentes desenterrando el cajón de madera que hace las veces de ataúd, al parecer tienen preparado todo para alguna ceremonia. Daniel y compañía tardan algunos minutos en reaccionar ante el susto, para luego continuar acercándose al siniestro grupo. Cuando los saqueadores se dan cuenta de su presencia empiezan a aullar y salen despavoridos.

En principio la reacción de los saqueadores les deja paralizados, pero al cabo de un rato recobran la valentía y se acercan a la fosa. El ataúd de William esta medio destrozado, por el orificio que le han hecho se ve claramente la calavera descarnada. De ella, sólo algunos mechones de pelo delatan su identidad. En un arranque Julián salta al agujero, saca la calavera por el orificio, la envuelve en su pañuelo y les hace señas al resto de los chicos para que le sigan, al tiempo que sale corriendo del lugar. El grupo se encamina apresuradamente de regreso, perdiéndose en la penumbra. Atrás dejan el tétrico escenario de la ceremonia abortada.

 

 

Compartir esta entrada