Cuando amamos algo o alguien creamos una telaraña de relaciones con aquello, hasta el punto de que se convierte en una pieza de nuestra mente. Creamos una parcela en nuestra memoria para alojar todo lo relacionado con esta existencia.
“El candado de las represas no se abre con parpadeos en el subconsciente:es la muerte, con su ritmo quedo, la que trae las pérfidas serpientesa la sala de los pasos marcados por un no importa qué, Dios o hadoque es el nombre de las pieles cambiantes.”
Cuando compre mi primera cámara, una Zenit EM de segunda mano, tome esta foto para probarla. Una amiga, Heliana, se presto de modelo y la única iluminación que teníamos era una bombilla incandescente. Por supuesto que la foto quedo mal, pero me encanta.